Los elementos que califican de algún modo a la femeneidad dentro del mundo de la publicidad, hacen a la mujer en la formación del estereotipo que solamente permite identificarla mediante una característica que la asemeje. Por eso podemos afirmar que la participación de la mujer en la publicidad es estereotipada identificándola con solamente una característica y no vista como una suma de sus características. Esto guarda íntima relación a lo que busque vender el discurso publicitario. La imagen de la mujer aparece en la publicidad con mucha mayor frecuencia que el hombre, y sobre todo si el anuncio guarda un contenido sexual, para llamar la atención al sexo masculino.
Su imagen aparece simplemente como adorno o vehículo de promoción del producto, pero eso sí, siempre es una imagen que sirva como reclamo erótico. Así de esta manera, en primer lugar la publicidad atrae la mirada del espectador, hombre, para traspasar posteriormente su atención al verdadero objeto del anuncio, en reglas generales, la mujer que se presenta en este tipo de publicidad e joven y muy bella, con sus proporciones exuberantes, que bien puede aparecer desnuda o semidesnuda, en este caso, la mujer es solamente un cuerpo, el objeto del deseo del hombre.
Y dentro de este grupo, podemos hablar de dos tipos de modelos: la mujer es un objeto decorativo ó la mujer es un ornamento, un elemento más que forma parte del producto anunciado. El hombre además de adquirir el producto se lleva todo el pack al producto anunciado, y a la mujer que lo anuncia. La mujer en la publicidad en los escaparates, es aquella que sirve como vehículo para simbolizar el éxito masculino. En este caso para el hombre, la mujer será el trofeo, según la tradición machista de nuestra sociedad, cualquier hombre que se precie, ha de llevar al lado una mujer de gran estilo, belleza, signo externo de su riqueza. De esta manera la mujer se convierte en otra más de las posesiones que el hombre ha de tener para significar su posición social. También tenemos que mencionar, el estereotipo de la mujer en la publicidad que no tiene identidad propia, no es nada sin su compañero, es decir que todo lo que tienen lo ha conseguido a través de él, es solamente el espejo en que se reflejan las cualidades, virtudes y conquistas del hombre. Sectores como el automóvil de lujo o de ciertas bebidas alcohólicas como el whisky, cuyo consumo se asocia al prestigio social, recurren a este tipo de argumentaciones.